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El plástico en los océanos

La contaminación por plástico es una amenaza devastadora..

…para la cadena alimenticia de cada ecosistema marino. Más del 80 % de la contaminación por plástico en los océanos proviene de fuentes terrestres. Se han encontrado residuos plásticos en todos los hábitats del océano, incluso en las profundidades marinas.

La contaminación por plástico que afecta a los océanos acaba en el agua que bebemos o en la comida que ingerimos. Cuando el plástico que desechamos llega al océano, ya sea por fuentes directas (por ejemplo, las redes de pesca abandonadas) o de forma indirecta (como los vertidos del alcantarillado de las áreas residenciales), se descompone en minúsculos fragmentos, denominados «microplásticos». El zooplancton y algunos corales consumen estos microplásticos. El zooplancton es el primer eslabón de la cadena alimenticia, por lo que sirve de alimento a pequeños peces y otros animales. Otros animales más grandes, como los que encontramos habitualmente en nuestros platos (el lenguado o el atún, por ejemplo) se alimentan de estos seres pequeños. Se calcula que cada persona consume semanalmente una cantidad de plástico equivalente a una tarjeta de crédito.

Sobrepesca

La sobrepesca, también conocida como «pesca indiscriminada», perjudica las poblaciones de especies piscícolas que sufren esta práctica e influye directamente en toda la cadena alimenticia. Si estas poblaciones de peces se desequilibran por culpa de la sobrepesca, la fauna para la que sirven de alimento se queda sin comida y, además, desestabilizan las especies que estos peces consumen. La extracción de enormes cantidades de recursos del océano, como la pesca a nivel industrial y la pesca de arrastre, puede tener consecuencias a largo plazo en los ecosistemas marinos y en la economía. Si no quedan peces por pescar, desaparecerá la industria pesquera y, con ella, los pescadores que dependen de esta actividad para sobrevivir.

El planeta se calienta y, como consecuencia, los climas cambian y experimentan diversos efectos colaterales, como el deshielo de los casquetes polares y el cambio de velocidad y dirección en las corrientes marinas. Las corrientes cambiantes pueden alterar las temperaturas océanicas y desencadenar la migración de especies y hábitats hacia nuevas aguas.
Se mezclan grandes cantidades de dióxido de carbono con el agua del mar, aumentando la acidez del agua. Este proceso se conoce como la «acidificación del océano». Para algunas especies de coral y de fauna, que necesitan de elementos como el carbonato para construir conchas, la acidificación del océano es extremadamente perjudicial. Impide que los animales con caparazón puedan crear sus conchas con una estructura sólida, lo que afecta negativamente a su capacidad de protección. Ciertos animales como las langostas, los cangrejos, las ostras, las orejas marinas y las vieiras son especialmente vulnerables a la acidificación de los océanos.
Muchas especies oceánicas necesitan unas condiciones medioambientales específicas para reproducirse y desarrollarse. Las fluctuaciones en la temperatura y en la acidez pueden ser extremadamente perjudiciales para la fauna, las larvas de los peces, los animales cuya supervivencia depende de su caparazón o los arrecifes de coral y los ecosistemas que los rodean.

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